lunes, 26 de abril de 2010

SOBRE LOS ARGUMENTOS ABSURDOS Y POCO SUSTENTABLES

Todos aprendemos a cierta altura de nuestras vidas que es una pérdida de tiempo embarcarse con el otro en discusiones inútiles en donde sus argumentos son tan débiles y absurdos que el barco no nos dejará en buen puerto, ni tampoco a nuestro interlocutor. Entonces callamos, y el silencio se encarga de decir lo que nosotros no.
Sin embargo, cuando la ignorancia o ceguera del otro supera los límites de lo esperado, desde las entrañas recibo el llamado a la acción. Y esta es mi acción, escribir.

Detesto la crueldad, la violencia, el maltrato y la falta del suministro de las condiciones de vida básicas a exprofeso hacia todo tipo de ser viviente, sea un ser humano o un animal. No comprendo la razón por la cual, ante la defensa de los derechos que todos los habitantes del planeta nos merecemos, algunos de nosotros respondemos de manera exclusiva.

Cómo es que algunos seres piensan que el bienestar de los animales excluye el de la raza humana? Si los animales están bien y son felices, se descuida entonces el bienestar de los humanos? No parece razonable.

Entonces por qué es tan común la reacción de algunos de nosotros tan absurda y poco sustentable hacia aquellos que se sensibilizan ante el sufrimiento animal.

Cuantas veces he escuchado ante mi preocupación por el bienestar animal: “Protegés a los animales? Por qué no te fijás la cantidad de chicos que se mueren de hambre?”

Estoy segura que el desarrollo de acciones para el bienestar general de todos los seres vivos no es ni será una misión imposible. Es que acaso en Argentina estamos tan cortos de recursos de todo tipo que si tratamos bien a los animales no podemos tratarnos bien a nosotros mismos ¿ Necesitamos tratar mal a los animales para poder tratar bien a los niños? No se puede acaso hacer las dos cosas al mismo tiempo? No están acaso vinculados los dos tipos de maltrato? El ser humano que trata mal a un perro, le pega y no se preocupa por su salud, puede acaso tener la sensibilidad que le permita percibir el sufrimiento de un anciano que pasa a su lado? Seguro que no.

El que es indiferente, el que no percibe el sufrimiento del otro, actúa del mismo modo con cualquier ser viviente.

Enseñemos a nuestros niños que la crueldad es crueldad para todos. Tarde o temprano, el niño que maltrata a un animal, lo hará en su vida adulta con sus pares. Es una regla que no tiene excepciones y ha sido comprobada ampliamente a lo largo de la historia de la humanidad.

María Eugenia Gallegos